by Dr. Susy Paisley
Share
De polillas y la atracción...
Artículo original publicado 11 de marzo de 2025. Reproducido con permiso de la Dr. Susy Paisley.
Mientras esto dura, me tiene completamente en sus garras. La sensación es como estar enamorada. Cautivada. Puede que ocurran cosas aterradoras en el mundo exterior, pero estoy aquí plenamente. Entregándome a este momento de luz, con abandono.

Rothschildia triloba en la ventana de la cocina de Los Cedros.
Estoy en al bosque nublado en el norte de Ecuador en La Estación Científica Los Cedros. Cuando llegan visitantes, tras una caminata de hora y media hasta la estación, nadie duda de que están en el País de las Maravillas: hiperdiverso, extraordinario, rebosante, brillante, encantador. Cada superficie y profundidad del bosque está ornamentada con vida infinitamente variable. Más de 300 especies de árboles por hectárea, árboles enormes con raíces que se elevan a través de múltiples niveles de sotobosque. Universos enteros de vida: hongos, orquídeas, bromelias, líquenes, musgos, enredaderas, lianas. Higos estranguladores como jaulas de un oscuro cuento de hadas. Frutas extrañas y enormes esparcidas casualmente en el camino… Ya se hacen una idea. Y esto es antes de llegar a los animales.

La vista desde el edificio principal de Los Cedros, con un árbol de cedro en primer plano a la derecha.
Conocía Los Cedros, por reputación, desde hacía tiempo. Tiene un estatus casi mítico en todo el mundo para los que buscan nuevas formas de conservar la naturaleza. Es famoso por su asombrosa diversidad, sin duda (¡el lugar tiene su propia rana de lluvia* que cambia de espinosa a lisa y viceversa mientras la miras!), pero aún más por ser una especie de símbolo del movimiento de los Derechos de la Naturaleza. En 2008, Ecuador se convirtió en el primer país del mundo en cambiar su Constitución para declarar que la naturaleza tiene los mismos derechos que las personas. Pero esta ley permaneció sin probarse hasta once años después, cuando José DeCoux, el fundador de Los Cedros, acudió a los tribunales para defenderla contra una incursión minera utilizando esta nueva ley. El caso salió victorioso.En un solo gesto, el veredicto de la Corte Suprema de Ecuador convirtió los Derechos de la Naturaleza de una idea constitucional a una realidad práctica. Los Cedros, aunque todavía vulnerable a amenazas, brilla intensamente en el firmamento de la conservación natural.

Rhetus arcius en excremento de mula, Los Cedros. Foto de Liz Downes, mi compañera entusiasta de las polillas.
Hace dos décadas, antes de tener hijos, pasé años estudiando el oso de anteojos en un bosque nublado de Bolivia. Así que estaba preparada para mucho en términos de la magia. Pero en nuestra primera noche aquí, aproximadamente una hora después del anochecer, me di cuenta de que se trataba de una magia de otra magnitud. Las polillas de acá (una errata la convirtió en "La polillásfera", que me encanta), tanto en número como en diversidad, superan cualquier cosa que jamás hubiera imaginado. A veces, en lugares con una alta biodiversidad, todo puede parecer un poco teórico. Aquí, con las polillas, todo se presenta ante tus ojos de la forma más espectacular.
La estación de Los Cedros cuenta con un pequeño generador y algunas bombillas LED que iluminan, por las noches, el edificio abierto tipo pabellón donde se congrega la gente. Las bombillas están montadas en postes de madera que sostienen el techo. Alrededor de estas bombillas, por razones aún desconocidas para la ciencia, se desarrolla un drama tan familiar que no lo cuestionamos: las polillas se sienten atraídas por las luces.
Como en todo el mundo, forman un frenesí: derviches giratorios, aparentemente intoxicados por la luz, golpeándose y agotándose, algunos hasta la muerte. Fototaxis positiva. (Se cree que las polillas se orientan parcialmente manteniendo un ángulo oblicuo con la luna, pero su atracción por las luces sigue siendo un misterio). Sea cual sea la explicación, cuando la luna está en fase oscura, la luz es irresistible.

Polilla del género Copaxa plantándose justo delante de un cartel maravilloso.
Siempre me han gustado y me han interesado las polillas. Nueve de cada diez lepidópteros son estas criaturas sombrías, olfativas y nocturnas, dejando a las vistosas mariposas absorber toda la luz del sol y el amor de los humanos. (Existen alrededor de 160 mil especies de polillas en el mundo, pero el daño a la lana y otras fibras causado por un puñado de especies ha arruinado la reputación de todas. Así que, para mí, siempre han tenido un encanto del los desvalidos).
Me encanta cómo son esclavas del olor: de las feromonas sexuales, generalmente, pero no exclusivamente, emitidas por las hembras para atraer a los machos. (Me parece lindo que, mientras que las hembras producen sus feromonas en la parte superior del abdomen, los machos lo hacen en lo que se llama "bolsas de pelo"). Me encanta cómo no solo pueden producir su poderosa y atractiva feromona, sino también otra específicamente para cancelar la primera si el hecho de oler a un dios del sexo no resulta conveniente por alguna razón.

Citheronia bellavista viene a saludar.
Cada especie tiene una mezcla de compuestos que conforma su aroma característico. La receta exacta se ha descubierto para más de 500 especies, la primera de las cuales fue el gusano de seda, Bombyx mori, en 1959. La mayoría de los compuestos de la mezcla son sintetizados desde cero por el cuerpo de la polilla, pero puede ser más complejo.
Hay polillas que mantienen relaciones simbióticas con microbios específicos que fabrican otros compuestos para sus feromonas dentro del cuerpo de la polilla. Acéptalo, eso, e imagina una criatura que evoluciona durante decenas de millones de años para crear el aroma perfecto que enloquece de deseo a sus pretendidos amantes. Luego imagina que, de alguna manera, esta polilla descubre que puede utilizar las toxinas específicas de una planta, no solo para añadir toques exquisitos a su feromona característica, sino también para reenvasar esas toxinas como un "regalo nupcial" para su amante, quien luego usará dicha toxina para recubrir sus huevos y protegerse de la depredación.
Así que, cuando observo con asombro las decenas y decenas de especies de polillas que vuelan y adornan los postes alrededor de los bulbos en Los Cedros, sé que no solo estoy contemplando la urdimbre y la trama del tejido de la naturaleza, sino el intrincado bordado que las recubre. Las intensas, metamorfoseadas y calibradas interrelaciones del aroma, la luz, la polinización y la simbiosis.
Cuando me acosté aquella primera noche en Los Cedros, solo podía pensar en las polillas. Nunca había visto nada igual. Con los osos andinos, ves uno, una vez y te consideras afortunado para toda la vida. Con las aves, ves una y luego otra, quizás ocasionalmente una bandada mixta en época de migración, o un puñado de especies de limícolas, por ejemplo. Pero aquí había literalmente entre cincuenta y cien especies de polillas en un solo poste: todas las variaciones imaginables. (¿Alas como vidrieras de catedral? ¿Pompones en los pies? ¿Avispa imitadora?
Por el momento, y espero que esto cambie pronto, aquí residen gatos que causan un daño terrible a las polillas aturdidas y exhaustas. Había cuerpos de estas bellezas esparcidos por el suelo, casi muertos del todo. Había una polilla en particular que estaba a punto de desmayarse, y yo seguía usando un trozo de papel para llevarla a lugares donde los gatos no pudieran alcanzarla. Mi secreta esperanza era que, si no vivía para regresar al bosque, donde pertenece, estaría muerta en algún lugar a salvo de los gatos, para poder recolectar sus exquisitas alas. No me enorgullezco de este deseo de posesión, pero no me distingue de nadie. (Trabajé como taxidermista para el laboratorio de biología de mi universidad, y la recolección de especímenes me parece muy natural).
Pero para cuando llegué a desayunar, el suelo estaba barrido y no se veían cuerpos de polillas por ningún lado. Desanimada, me ofrecí como voluntaria para la tarea de barrer desde entonces, y desde entonces me he levantado temprano cada mañana para barrer y buscar evidencia de las breves y magníficas vidas de mis polillas. Hay una pequeña exhibición de alas pegada en mi cuaderno; no tan hermosa, pero un recuerdo. Un memento mori. Memento mothi.

Mi cuaderno con alas de polilla del suelo, Los Cedros
Las polillas son importantes polinizadores nocturnos, y muchas especies tienen plantas de las que se alimentan sus larvas exclusivamente. Ya conoces el ciclo: los huevos son puestos en hojas específicas; las larvas que eclosionan se alimentan de las hojas; las larvas se convierten en orugas más grandes (que a menudo son más espectaculares que las polillas); la oruga finalmente forma un capullo en el que sus cuerpos se convierten en sopa y, de alguna manera, se reensamblan como la polilla adulta, que no guarda relación con la forma de la oruga. Un milagro inconcebible.
De hecho, las polillas me ayudaron en una metamorfosis en mi vida. Había trabajado en el Instituto Durrell de Conservación y Ecología desde que terminé mi doctorado. Es un lugar maravilloso, y todavía me siento muy orgullosa de estar asociada a él, pero cuando tuve a mi segundo hijo, me di cuenta de que el mundo académico no era lo adecuado para mí.
En una tienda de segunda mano de mi pueblo, vi un juego de cuatro bonitas sillas de madera, fabricadas por una maravillosa y antigua empresa inglesa llamada Ercol. El respaldo de cada silla estaba compuesto por tres piezas de madera tallada con agujeros, conocidas en el oficio como "salpicaduras perforadas", rematadas por una pieza curva y lisa. Por alguna razón, la forma de las salpicaduras perforadas me recordó el ciclo de vida de las polillas. Me dispuse a elegir doce especies de polillas británicas para representarlas, desde los huevos y las plantas de las que se alimentan las larvas, hasta los perfectos adultos voladores.

Mis sillas pintadas con polillas británicas
Debajo, pinté todo tipo de información sobre la conservación de las polillas. Este conjunto de sillas me llevó a ser descubierto por una empresa que las exhibió en Londres y luego me encargó pintar un mueble suyo para la gran feria de interiores Decorex. (Aquella sobre hongos).
Y voilá, con la ayuda de las polillas, logré una rápida metamorfosis de bióloga conservacionista a alguien mucho más creativo: una especie de artista, a mi manera, obsesionada con la naturaleza y centrada en la conservación. Así que les debo algo.

Hace diez años, al comienzo de mi trayectoria artística.

Separé la obra de arte de las sillas pintadas con la idea de hacer un diseño textil con polillas británicas, pero nunca lo terminé.
Liz Downes es una conservacionista activista de Tasmania que lleva muchos años apoyando a Los Cedros. Llegó a la estación de investigación a los pocos días de nuestra estancia y ha fácilmente igualado mi deleite con las polillas. Liz tiene un amigo experto en polillas que, vía WhatsApp desde Tasmania, pudo ayudarnos con algunas dudas. Por ejemplo, Liz encontró lo que creía que era una polilla rectangular y al instante se dio cuenta de que esa forma de cuatro esquinas eran en realidad dos polillas triangulares apareándose, una encima de la otra, de cabeza a cola. (No entiendo ni de lejos la mecánica de esta posición, pero me encanta cómo se pueden ver las antenas de ambos miembros de la pareja girando en un ritmo alterno, una en el sentido de las agujas del reloj y la otra en el sentido contrario).
Video disponible al artículo original.
Probablemente hay miles de especies de polillas en Los Cedros, y sin duda muchas no están documentadas, no se han descubierto y son nuevas para la ciencia. En Los Cedros los visitantes se animan a subir todas las imágenes de polillas, así como de otras especies, a iNaturalist para contribuir a aumentar el número de especies que se encuentran acá. Esto contribuye a la ciencia y justifica la preservación de Los Cedros, siempre vulnerable a las amenazas de invasión de la minería y la agricultura de subsistencia. La rapidez con la que los especialistas recurren a iNaturalist para ayudar en la identificación es increíble. Tanto la información sobre polillas de Tasmania como la comunidad de iNaturalist fueron ejemplos positivos de la metáfora de la otra polilla que me ha estado rondando la cabeza.

Liz Downes observando una polilla mientras, sin querer, se parecen mucho uno al otro.
La atracción de las polillas por la luz, cómo las desestabiliza, las vuelve locas, les hace olvidar lo que es realmente importante; todo esto me hace pensar en cómo los humanos somos tan fácilmente secuestrados por estos dispositivos rectangulares brillantes que todos tenemos ahora. Cómo, para usar una metáfora de este nuevo mundo dominado por lo cibernético en el que ahora vivimos, hackean nuestros sistemas operativos.
Me sorprende lo contenta que me siento rodeada de esta naturaleza, desde las micropolillas hasta el musgo y las mismas montañas. Ninguno de nosotros aquí ha estado comiendo comida chatarra, usando el móvil, ni siquiera escuchando música. No sentimos que nos estemos perdiendo nada. Investigar cómo la naturaleza potencia el bienestar (véanse los estudios de mi amiga, la increíble Zoe Davies, por ejemplo) nunca ha sido mi especialidad, y sé que ya soy una auténtica amante de la naturaleza, pero wow ¡vaya si es algo profundo en mí! Me devuelve a la configuración original (para usar otra metáfora cibernética) y ese estado natural es reverencial y lleno de alegría. Me siento contenida, una molécula entre infinitas, en una suspensión coloidal, donde las moléculas tienen libertad de movimiento, pero en una estrecha relación y comunión entre sí, con el resto de la vida más que humana.
Casualmente, para concluir esta publicación sobre polillas , les cuento lo siguiente: muchas de las personas involucradas en Los Cedros forman parte del Proyecto Más que Vida Humana (MOTH), con sede en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York (NYU). Abogados, filósofos, antropólogos, diseñadores, artistas, todos buscan maneras de situar el mundo más que humano, la "red de vida que nos sustenta a todos", en el centro de la preocupación social, moral y legal.

Obra de Elena Landinez, becaria de arte de MOTH
MOTH (Más que Vida Humana) El Festival de Ideas se celebró del 12 al 14 de marzo en Nueva York. Fue sumamente inspirador. Cosmo Sheldrake, quien compuso una hermosa pieza musical sobre Los Cedros, con letra de Rob MacFarlane y otras aportaciones artísticas del propio bosque, dio un concierto increíble. (Hay mucho que contarles, pero pueden leer más sobre la iniciativa legal para que se reconozca al bosque como cocreador de la canción here aquí y ver "Canción de los Cedros"). Es todo simplemente irresistible. Al fin y al cabo, las polillas se pueden reunir con minúsculas cantidades de feromonas a lo largo de un kilómetro de bosque oscuro y arremolinado… Los humanos también tienen que seguir su nariz.
Si les interesa visitar Los Cedros, y lo recomiendo encarecidamente, por favor, contáctenlos; todos los detalles están en su sitio web.
Related post
Since the first months of 2024, CIPBAT—the Los Cedros Scientific Station team—has carried out a dream of our founder Josef DeCoux: make an alliance with the Manduriacos Valley school systems to benefit the children and adolescents of the communities surrounding the Los Cedros Protected Forest (LCPF) with environmental education. Los Cedros’s incredible ecosystem would provide […]
In December 2024, we made a visit to the Santa Lucía Ecological Reserve in Pichincha’s northwestern parish of Nanegal. Including Los Cedros Scientific Station (LCSS) staff and key players from the Manduriacos Valley, we went with the aim of learning more about other conservation projects in northwest Ecuador. Author Monserratte Vásquez
English botanist Tom Wells—a researcher at the Royal Botanic Gardens, Kew (Kew Gardens)—went into the Los Cedros Protected Forest for a few weeks in November to research the Lauraceae family, whose members include plants such as the aguacatillo and cinnamon tree. Lauraceae is of great interest, in part, because this family is widespread throughout Chocó […]
In November, we had a wonderful visit with students from the Biological Sciences program out of the Pontifical Catholic University of Ecuador as part of a field trip by the Natural Resources Management chair, led by PhD advisor and professor Dr. Rafael E. Cárdenas. Dr. Cárdenas is an important ally as a researcher and academic […]